Angélica Lozano: "Los esclavos de nuestros tiempos son los contratistas por prestación de servicios"

La mujer más votada del país en las pasadas elecciones, respondió la Tómbola de Cromos. ¡Así le fue!

 Angélica Lozano: "Los esclavos de nuestros tiempos son los contratistas por prestación de servicios"


Fue la mujer más votada del país en las pasadas elecciones. Llegó al Senado con el apoyo de 105.700 colombianos, a quienes convenció a punta de ideas y de carácter, y con el soporte de un camino profesional forjado a pulso y a paso lento. 


¿La política para qué?
Para cambiar con acciones lo que está mal, lo que es injusto. Para defender a la gente.

¿Cómo se siente el salto al Senado?
Como mi primera elección, con la emoción y el compromiso intactos.

¿Qué se necesita para alcanzar metas en la política colombiana?
Persistencia, resistencia, buena onda y creatividad.

Una palabra para describir a:
Sergio Fajardo: experiencia.
Iván Duque: dependencia.
Gustavo Petro: fervor.

¿Qué la hace feliz?
Mis sobrinos y mis tías.

¿Qué le saca la piedra?
Las grandes injusticias, pero también las cotidianas de los vivos de siempre. (Y que se me caiga la señal, justo en medio de algo importante).

Alguien a quien admire. 
A Antanas Mockus y a Antonio Navarro.

Un aprendizaje de estos años en la política. 
Que todo el mundo tiene un contexto, una propia historia, y es indispensable entenderla para buscar soluciones para todos. 

Un agüero.
Mi última entrevista antes de cada elección. Siempre es en La Cariñosa, con Pacho Romero. Él me da la patadita de la buena suerte.

Un ritual.
Caminar descalza en el pasto.

Un hecho que la haya marcado.
El proceso 8.000 y la sanción de la Constitución del 91.

Qué haría si fuera presidenta por un día.
Nunca, esa locura de ser presidenta no la tengo.

Su palabra favorita.
Vértigo (por la canción de Miguel Mateos).

¿Qué ha visto en Colombia que no haya visto en otro lado?
El Renault 6 con merengón en la carretera, los jugos naturales de cualquier fruta y la capacidad que tenemos para sobreponernos al dolor.

¿A quién no le recibiría un tinto?
A Popeye.

Un pasatiempo.
El cine, los domingos.

¿Para qué es buena?
Si me cierran puertas, insisto hasta abrir ventanas. No me doy por vencida fácilmente.

La pena de muerte ¿cuándo?
Nunca.


Un super poder

La ubicuidad, para no perderme la corrida de un catre. 

Lo mejor de salir del clóset. 
Luchar por quienes todavía están ahí dentro por miedo a la discriminación de la familia, que siempre es la más dolorosa.

Cómo se acaba con la corrupción. 
Con criterio, carácter, meritocracia, rendición de cuentas, exigencia… Y la Consulta Anticorrupción.

¿Qué le da fuerza?
Tengo un himno para los momentos difíciles: Salir al sol, de Fito Páez.

¿Cuál es su kriptonita?
Mis amigos de Opción Colombia, es decir, los amigos de la vida.

¿Qué la hace berraca?
Lo terca.

Qué cambiaría de la historia de Colombia.
El 9 de abril del 48, le habría frenado la mano a Roa para que Gaitán hubiera seguido su camino.

¿Qué la pone colorada de la timidez?
Que me coqueteen.

Una noticia para leer una y otra vez.
Que se silenciaron unos fusiles para siempre. 

¿Qué le quita el sueño?
Los errores propios.

¿A qué le teme?
A la muerte prematura.

Un defecto suyo.
El desorden

Y una cualidad.
Soy conciliadora, no me gusta apagar los incendios con gasolina. 

¿De qué se siente agradecida?
De que me digan en la calle: “Gracias por lo que hace”. 

Los esclavos de nuestros tiempos…
Los contratistas por prestación de servicios, sin seguridad social ni condiciones dignas de empleo.

Un recuerdo que atesore. 
Mi bachillerato en un internado de Madrid y una lata de galletas con las colillas de los conciertos a los que he ido en más de 20 años.

Algo que la gente aún no sabe de usted.
Que no sé bailar.

Un triunfo que haya celebrado con euforia.
Frente a la Corte Constitucional, saltamos y bailamos cuando hundieron la posible segunda reelección de Álvaro Uribe Vélez.