La Fuerza de la Esperanza

Inscripción formal de la candidatura presidencial.

La Fuerza de la Esperanza

Palabras de Fajardo en la Registraduría Nacional al momento de la inscripción formal de la candidatura presidencial
Ingresé a la política cuando, con un grupo de amigos, entendimos que poco vale la pena quejarse y lamentarse por lo que no ha sido y nos dispusimos a enfrentar el presente con nuestras ideas y a soñar con un país diferente, sin corrupción, sin engaños, un país lleno de oportunidades para todas las personas, un país donde la corrupción y la violencia no arrodillen a los más humildes.

Y entendí que para transformar el país era indispensable transformar la política. Esa política de siempre que han hecho los de siempre, los herederos por apellido, los que llevan años pasando de puesto en puesto sin solucionar ningún problema. Esa misma política de siempre que ahora se viste con un traje nuevo tratando de que no se le vean las ruinas en las que está. Esa misma política explosiva que en lugar de apagar la sed, la incendia.

He sido alcalde y gobernador sin comprar un solo voto, sin hacer negocios con los caciques, sin entregarle un puesto ni un contrato a los corruptos. Nunca nos han asustado las maquinarias de los partidos tradicionales y mucho menos nos asustan ahora que ya nadie les cree por su historial de corrupción y trampas. Tampoco nos asustan los que viven y hacen la política del miedo, los que sólo saben poner a sus contendores en uno de los extremos para así enfrentarlos a punta de propaganda, mentiras y frases huecas. La política del todo vale, que sirve únicamente para ganar las elecciones, no para construir un país.

Hoy, después de recorrer una camino emocionante, encontrándome cara a cara con personas de todas las regiones, primero recolectando firmas y luego acompañado por la Coalición Colombia, hoy inscribo mi candidatura a la presidencia porque siento en lo más profundo que tenemos una gran oportunidad, una oportunidad real de cambiar de una vez por todas el rumbo político y por lo tanto la historia de nuestro país. Porque sé que se puede. Porque soy capaz de liderar la capacidad, el talento y la inteligencia que tenemos los colombianos para construir, y así pasar definitivamente la página de la violencia y la destrucción. Para eso entré a la política, para llegar al poder y desde allí tomar una decisión fundamental: transformar nuestra sociedad a partir de la educación, convirtiendo toda nuestra riqueza cultural y ambiental, ese gran tesoro que es la diversidad, en esperanza.

En medio de la polarización que nos arrincona, nos divide y nos obliga a buscar trincheras, suelen decir para descalificarme, que soy tibio, que no soy claro en mis propuestas. Como si repartir promesas populistas en ráfaga fuera algo concreto, o vapulear a los contradictores con insultos fuera muy valiente.
Como si proponerle a un país que apenas está saliendo de 50 años de guerra y violencia que la reconciliación es lo más importante no fuera lo más claro que se puede proponer en este momento. La reconciliación es lo claro; volver a la eterna batalla de dos bandos es lo confuso, lo peligroso.

Como si no fuera una propuesta concreta derrotar la corrupción en un país que la sufre como ninguno en el mundo, corrupción que se traga a diario el futuro de colombia y que muchos políticos en campaña quisieran dejar de lado para distraernos con discusiones menos importantes. derrotar de una vez por todas la corrupción es lo concreto; lo etéreo es querer acabarla gobernando con los mismos corruptos de siempre.

La fuerza de mi propuesta es la fuerza de la esperanza. La de todas las personas que saben que Colombia no quiere ni se merece más violencia. La de la inmensa multitud calmada y serena que entiende que los problemas no se arreglan a las malas ni a la fuerza; que así ya lo intentamos por mucho tiempo y fue más lo que perdimos que lo que ganamos.
Mi propuesta es clara y concreta: tenemos que cuidarnos y cuidar a Colombia de todos aquellos que quieren hacerla trizas.
Con la Fuerza de la Esperanza Se Puede.