LAS BASURAS EN BOGOTÁ , UNA HERENCIA DE LA BOGOTÁ HUMANA

Lucia Bastidas 

LAS BASURAS EN BOGOTÁ , UNA HERENCIA DE LA BOGOTÁ HUMANA




Causa indignación presenciar al gestor de la crisis de las basuras de Bogotá, Gustavo Petro, recorriendo el país y engañando incautos con su retórica mientras los efectos de sus improvisaciones afectan a ocho millones de personas.


Fue el señor Petro quien de manera dictatorial y arbitraria, en diciembre del 2012, le entregó la recolección de las basuras a una empresa pública que no tenía ni idea del negocio: Aguas de Bogotá. Y fueron algunos trabajadores y los sindicatos de esa empresa los que el 31 de enero pasado paralizaron el servicio y generaron una emergencia, hoy por fortuna superada.


Tan craso fue el error de Petro en el 2012, que de entregarle el 100 por ciento del aseo de la ciudad a Aguas de Bogotá se tuvo que bajar al 52 por ciento, en menos de 48 horas, cuando las evidencias le mostraron que la entidad era incapaz de asumir tamaño reto: recoger 6.500 toneladas de basura diaria en la capital.


Por cuenta de ese error, que llevó a la creación de una nómina de 3.200 trabajadores en Aguas de Bogotá, ahora, cuando por fin se ha cumplido la ley y la actual administración hizo una licitación pública y transparente, esas personas, que en su momento confiaron en Petro, se quedaron cesantes.


El actual gobierno de la ciudad y los nuevos operadores ofrecieron empleos para estas personas, pero a muchos de ellos, los sindicatos los engañaron para que no entregaran sus hojas de vida. Los manipularon, pasaron por encima de ese interés general, sin importar si en el camino perjudicaban a estas personas.


Menos aún les interesó dañar una flota de 68 carros el 31 de enero en la madrugada y dejar a 3,2 millones de personas de 12 localidades que tenían a su cargo sin el servicio de recolección de basuras. El problema no fue menos, porque esas zonas producen en promedio 2.700 toneladas diarias de residuos.


Con gerencia y haciendo acopio de responsabilidad, la administración del alcalde Enrique Peñalosa logró montar en tres días una empresa de emergencia para recoger los residuos, con tres días de atraso causados por el vandalismo de los sindicatos. No fue extraño que los nuevos operadores comenzaran su trabajo con un rezago que lograron superar.


Hay que ajustar el proceso, como ocurre en todas las transiciones, en particular en esta que contó con el sabotaje del sindicato y el vandalismo de grupos que aprovecharon la emergencia para regar la basura en la calle, y hasta para quemar un bus, en un intento por evitar que la emergencia se pudiera superar.


Más de 3,2 millones de personas que viven en 2.100 barrios de las localidades de Chapinero, Teusaquillo, Barrios Unidos, Los Mártires, Engativá, Fontibón, Santa Fe, Antonio Nariño, San Cristóbal, Rafael Uribe, Usme y La Candelaria tienen que agradecerle a Petro la emergencia que vivieron.


Esa situación que agobió a los ciudadanos fue el coletazo de la improvisación y la actitud arrogante y dictatorial del alcalde Petro, al que el tiempo le demostró que la improvisación no perdura en el tiempo.


Me pregunto hoy dónde están los organismos de control que han dejado sin sanción uno de los episodios más patéticos de la negligencia administrativa en un tema tan crucial como la sanidad pública.